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Lo callamos en la cama



Hay silencios que pesan más que cualquier palabra. Y uno de los más comunes —aunque poco confesado— ocurre en el espacio más íntimo: la cama. Ese lugar donde el cuerpo habla, pero la boca muchas veces calla.


La verdad es que todos, en algún momento, hemos sentido un deseo que no nos atrevemos a decir en voz alta. Por vergüenza. Por miedo al rechazo. Por pensar que "no deberíamos querer eso". Y así, poco a poco, convertimos nuestros anhelos más profundos en secretos que nos tragamos junto con la rutina.


¿Por qué cuesta tanto hablar de lo que queremos en la intimidad?Porque desde pequeños nos enseñaron que el deseo debía ser discreto, controlado, casi invisible. Crecimos creyendo que pedir placer era egoísta o vulgar. Y sin darnos cuenta, aprendimos a censurarnos en el lugar donde deberíamos ser más libres.


Pero el deseo que no se dice no desaparece. Se guarda. Se reprime. Y a veces, se convierte en distancia, en insatisfacción, en una desconexión silenciosa que erosiona las relaciones.


¿Y si nos atrevemos?¿Si en lugar de callar lo que queremos, lo susurramos?¿Si entendemos que desear no es un pecado, sino una extensión del amor, de la confianza, de la vida misma?


Hablar de lo que nos gusta, lo que nos intriga o lo que soñamos en la intimidad no debería ser un tabú, sino una celebración del vínculo que compartimos.Porque el placer compartido no empieza en el cuerpo. Empieza en la honestidad.Y un deseo nombrado puede ser mucho más poderoso que uno escondido.


Así que, la próxima vez que sientas algo diferente, algo que quieres probar, algo que te ronda la mente y te acelera el corazón…no lo calles. No lo entierres.Dilo.Susúrralo.Atrévete.

Quizás del otro lado, hay alguien esperando escucharlo también.

 
 
 

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